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| Fragata Cundinamarca (1824-1829) |
Por:
Luis Eduardo Schroeder Soto.
Luis Eduardo Schroeder Soto.
Este artículo ha sido publicado en la Cyber Corredera No. 171 de
fecha 2015.04.30
Artículo conexo:
En procura de “El Caribe,
Mar de la Libertad".
Anécdota sobre un grato reencuentro en la Historia.
Si desea ver este artículo en la Cyber Corredera No. 171 de
fecha 2015.04.30, haga clic en el botón a la derecha.
Con alguna frecuencia venimos recibiendo las cortas y aun substanciosa cuñas noticiosas «…Atrévete a saber…», producidas por la Teniente de Fragata Loida Niño Franco, Jefe de la Secretaría de Historia Naval, quien entre sus gratos y variadísimos temas ha tocado muy someramente, con sus mensajes del 25 y 30 de marzo 2015, el interesante destino que tuvieron los buques veleros, adquiridos por el gobierno del General Francisco de Paula Santander, encargado del Poder Ejecutivo por aquellos primeros años de Colombia (la Grande), para integrar la escuadra naval que se emplearía en los avanzados planes de neutralizar las tropas desembarcadas en Cuba, originarias de la Península fuertemente armadas, en comisión específica de hacer respetar la soberanía de la Corona en las Antillas españolas.
Encontrando que este tema está en directa conexión con otro de
alta actualidad en nuestros días, he tratado infructuosamente de entrar en
contacto con esa Secretaría de Historia, con la esperanza de poder compartir y recíprocamente
adquirir información especialmente en lo que respecta a las fuentes
bibliográficas pertinentes, pero pese a mis numerosos intentos de granjearme su
colaboración, que obvia y patentemente me esperaba de esa oficina, cuna de
nuestra historia naval, infelizmente mis correos no han merecido la
misericordia de ser correspondidos. No obstante, tengo el gusto y encuentro
oportuno adelantar por este conducto, que estoy preparando un estudio que colaborará
en la vindicación del valor histórico que aquellas unidades a flote se merecen,
y cuyas imágenes tan velozmente han pasado ante nuestra vista.
Refiriéndome explícitamente a lo ocurrido con las fragatas
“Colombia” y “Cundinamarca”, mencionadas en el Atrévete del 25 de marzo, encuentro valiosísimo desenmascarar que
están en íntima conexión con el siniestro descalabro que nuestra patria
sufriera en nuestros días, en aguas del Archipiélago de San Andrés y
Providencia, o sea ligado con los causantes de la defección de esa soberanía,
que Colombia (la Nuestra) supuestamente debería haber ejercido en aquellas
amplias áreas marinas, incluyendo la Costa de Mosquitos. El hecho de haber sido
destacadas para patrullar en aguas del Perú y Ecuador en el Pacífico, por requerimiento
de Bolívar (1825), entran en la colada de las múltiples pruebas fehacientes que
nos quedan, desvelándonos con solidez pétrea que la desastrosa marginación del
Caribe colombiano, tiene su origen precisamente en conexión con la insólita
obsesión de Bolívar, de involucrarse en la guerra de independencia del Perú, un
desafortunado proyecto que proclama muchos años antes (1817.01.01-Mi.) de
siquiera poner la mirada en el potencial bélico que entonces representaba una
alianza con la Nueva Granada; por consiguiente anterior a la propia
emancipación de ésta del dominio español.
Sobre este velado y controversial tema, trata mi mencionado estudio
bajo el sugestivo título La gloria de
Bolívar Vs. la soberanía de Colombia en el Caribe, augurando una emotiva y
altamente ilustrativa sorpresa histórica, seguro que estoy que no dejará a
nadie impertérrito, con la intención de hacerlo llegar en un futuro próximo a
los compañeros subscriptores de esta formidable Cyber Corredera, siendo un buen
complemento a lo que con anterioridad he producido bajo el epíteto de “Adversidad secundada de Colombia en el Caribe”, como son la Anécdota acrílica publicada en la Cyber-Corredera Nº 146, y los
estudios La verdad duele publicado
en el Pañol de la Historia, Fascículo Nº 50; Los pactos que destrozan a Colombia entregado
con la Cyber-Corredera Nº 155; y Panamá, el
departamento usurpado
entregado con la Cyber-Corredera Nº 164.
Con un cordial saludo.
Luis Eduardo Schroeder Soto
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