HMS Halland |
Luis Eduardo Schroeder Soto
24-026 Desde Suecia.
24-026 Desde Suecia.
Publicado en la Cyber Corredera No 176.
(2015.10.30)
Yo Cadete Firpo; Portada: Introducción al Relato. Contiene enlaces para todos los capítulos.
(2015.10.30)
Yo Cadete Firpo; Portada: Introducción al Relato. Contiene enlaces para todos los capítulos.
En vísperas de la gran aventura.
Por estos días hace 60 años (1955), acontecían en mi vida cosas que llegarían a cambiar rotundamente las condiciones de mi existencia, hasta el grado de «…tener que desprenderme de quien yo fuera, para poder ser lo que yo debiera llegar a ser…». Pero como son esas cosas de la vida, en ese mismo intento pronto se demostraría que en mi caso, que no es nada excepcional, se entrometerían otros factores, que no entraban en la fórmula de Albert Einstein (1879-1955), de la que me valgo en este raciocinio, que con prioridad conseguirían hacerse valer, interfiriendo en lo que yo llegaría a ser. O sea que la fórmula del sabio, aplicada en la vida real de los mortales, por fortuna resultaba truncada, y gracias a esa defección parece que, felizmente, nos queda un pequeño marginal muy nuestro, del que alguna ínfima parte podríamos ufanamos, hasta el punto de quererla compartir con nuestro prójimo, lo que muy encantado hago con estas líneas.
Era la década de los 50, cuando a razón de los efectos de la
guerra fría, y del intermezzo con la República de Venezuela, respecto a los
islotes de Los Monjes, la Armada Nacional de Colombia ponía en marcha, una dinámica
era de modernización y potenciación, equilibrando el Poder Naval de la Nación,
que se iniciaba con la adquisición de los EE.UU. (base naval en Yokosuca,
Japón), de dos (2) fragatas más, semejantes a la ARC Almirante Padilla (1947), de
la clase “Tacoma”: la ARC Capitán Tono (1952) y la ARC Almirante Brión (1953);
y la construcción en Suecia (1954-1957) de dos (2) nuevos destructores de la
clase HMS Halland, de la Real Flota de Suecia, que vendrían a reemplazar los
veteranos destructores construidos en Inglaterra, el ARC Caldas y ARC
Antioquia, concluidos veintisiete (27) años de su glorioso servicio
(1934-1961).
En conexión con el proyecto de construcción de los destructores
en Suecia, se pone en marcha la llamada Operación Firpo,
de entrenamiento de personal en todas las categorías, en la que yo, junto con
nueve (9) Cadetes más de la Escuela Naval en Bocagrande, participamos durante un
período de cuatro (4) años redondos (1955-1958), siendo de esa gran aventura y
valiosa experiencia, que me propongo compartir con los Compañeros Cyber
Correderos, los hechos, pasajes, tópicos y anécdotas de mayor interés,
permitiéndome aclarar que mi relato es enteramente personal, haciendo foco en mis
propias impresiones, reproducidas de mis indelebles recuerdos, y anotaciones en
mis diarios privados, e infinidad de cartas y postales que enviara a mis
familiares y amistades, felizmente conservadas con celo, que con el tiempo se
convertirían en valiosísimo tesoro. Agréguese a esto, la suerte de haber tenido
conmigo una cámara fotográfica, que mis padres me enviaran a la víspera de
partir a esa gran aventura.
Empezaré describiendo el elemento humano en mí que, apenas
siendo un niño, en par de meses me decido por seguir la carrera Naval, en un
principio totalmente ajena a mis designios de turno, y aun así, logro hacerla mía
con juvenil optimismo, confianza inquebrantable, y miles de ilusiones.
Cumplidos mis dieciséis (16) años de edad (1953.10.01-Ma.), dispuso el destino y quise yo personalmente, presentarme (1953-diciembre) al concurso para ingreso a la Escuela Naval de Cadetes en Cartagena. Cursaba yo el cuarto (4º) año de Bachillerato en el Gimnasio Germán Peña en Bogotá, en el que, a razón de la ausencia de mi familia por comisión oficial de mi Padre en el exterior, cumplía ya cuatro (4) años como alumno interno. Por aquel entonces el Gimnasio era sólo para varones, con sede en una enorme casona en amplísimo solar en la Carrera 7ª, al tope de la Calle 72, llamada Avenida de Chile. Un tío mío, era mi acudiente en la capital, y yo viajaba al lado de mi familia en vacaciones y navidades. Queda en su lugar aclarar que, en verdad, fueron mis estudios, en los que felizmente me iba bastante bien, lo que originara la determinación de mis padres, en dejarme interno con todas las comodidades del caso, no queriendo ellos interferir en el afortunado curso que estos llevaban. Reconozco, vanagloriándome desvergonzadamente a estas horas de mi avanzada edad que, por aquellos años, supe corresponder a tan exclusivas consideraciones y privilegios, haciéndome acreedor a ganarme la “Copa” al “Mejor estudiante del Gimnasio”, en la Sesión Solemne de diciembre de 1950, y ser declarado, además, “Mejor estudiante Fuera de Concurso” en las correspondientes solemnidades los siguientes años 1951 y 1952. Cambios excepcionales empezaban a ocurrir en mi vida en diciembre de 1953.
La formidable biblioteca puesta a mi alcance en aquel claustro, creada
por su fundador y conocidísimo educador, el Dr. Germán Peña Quiñones entonces ya
fallecido, se convirtió en un campo de exploración, en el que yo pasaba horas
enteras de mi tiempo libre; entretención que formaba mi espíritu, junto con el
apoyo y la inspiración que recibía de mis profesores y educadores, entre los
que estaba el Capellán del Gimnasio, el célebre Padre Galindo, también Capellán
de la Escuela Militar de Cadetes, quien de sus horas de Religión hacía
profundas y amenas sesiones de Teología; nuestro profesor en Fisiología y
Anatomía, Ricardo Ceballos, estudiante en tercer año de medicina, que temerariamente
nos llevaba a estudios y disecciones con cadáveres en el anfiteatro de la
Universidad Nacional; el profesor en Historia y Geografía, Guillermo Forero,
mentor de mi curso también interno en el Gimnasio, quien en numerosísimas sesiones
en horas libres me enseñó y orientó en las artes plásticas, el dibujo y la
pintura. Todos ellos contribuían en mi consagración y formación en Ciencias
Naturales, Filosofía y Letras, así que las Ciencias del Mar, estaban por aquel
entonces allende mis horizontes.
Desfile del 20 de Julio en Bogotá. |
En aquel tercer piso, un aire santafereño se colaba, silbando sin
decoro por los ventanales abiertos de par en par, y refrescaba las candentes
cabezas, de más de medio millar de entusiastas allí congregados, maquinando todas
en dar respuesta a páginas enteras, cargadas de preguntas en varias asignaturas,
y problemas matemáticos. No recuerdo el tiempo que tomara tal faena, como
tampoco el grado de dificultad que tuviera, pero sí la enorme hambre que tenía
al salir de allí.
Colegio Mayor de San Bartolomé. |
Llegada la fase de selección finalizando diciembre, por fortuna mis
padres ya estaban de regreso en Colombia. Yo los sorprendí, con la noticia de
estar en proceso de enrolamiento en la “Marina”, como entonces se llamaba. El
Rector del Gimnasio, Dr. Rogelio Eraso, quien durante cuatro (4) años, había
sido para mí el oráculo que me acompañara y guiara en el mundo de los libros,
era el primero en recomendar mi «…aptitud, madurez y honorabilidad
para, con los mejores resultados, pudiera responder a mis sagrados compromisos…».
Con sus palabras todo estaba dicho, y con esto mis padres quedaban felizmente tranquilos
y satisfechos, brindándome plenamente su apoyo en mis lozanos designios. Ahora
seguía una fase de avance a papelazos: certificados y garantías de toda índole,
recomendaciones, fianzas bancarias, etc., casi todo en Papel Sellado, y
refrendado por el notario Público, llenaba una carpeta abierta a mi nombre, en la
Oficina de Personal del Comando de la Armada, y transcurrido un mes largo, a
fines de enero de 1954, creía que aquella mañana yo era el primero en llegar al
patio interno, más frío que sombrío, de la casona al frete del Palacio de
Nariño. Allí ya había un verdadero tumulto de aspirantes, peleándose poder leer
la pequeña nota fijada en un tablero, apenas un poco mayor que ésta. Todos
hablaban al mismo tiempo; unos vociferando a grito tendido, los nombres allí anotados,
para que otros se enteraran; muchos gritando sus propios nombres, para que
aquellos más cercanos a la lista los buscaran. Los que encontraban su nombre, o
se enteraban de su registro, explotaban de alegría saltando como locos. Las
mismas expresiones de asombro, deliciosas y educadas las unas, rudas y soeces
las otras, se empleaban indiferentemente tanto en júbilo y gratitud, como en
descontento y maldición.
General Gustavo Rojas Pinilla. |
─ ¿Usted que hace aquí?
Volviendo la mirada, y escapándoseme una alegre carcajada al
reconocer a mi interlocutor, exclamé:
─ ¿Y usted qué?
¿También está en la lista?
Capitán de Fragata Eraso Annexy (centro) Contralmirante Piedrahita Arango (izquierda) Contralmirante Vaquero Herrera (derecha) |
En las horas de la mañana del día jueves 11 de marzo de 1954,
viajábamos en un avión de la FAC (Fuerza Aérea de Colombia) con destino a Cartagena. Ese día se integraba en
la Heroica, el Contingente XXIV con cuarenta y nueve (49) jóvenes optimistas, provenientes
de los cuatro puntos cardinales de Colombia; un contingente que se iniciaba, haciendo
parte de esa dinámica viada de modernización y potenciación, puesta en marcha
por la Armada Nacional, como quedó mencionado al inicio de este primer capítulo
del Cadete Firpo.
- Era Presidente de la Nación el General Gustavo Rojas Pinilla.
- Comandante de la Armada Nacional el Capitán de Fragata Jaime Erazo Annexy.
- Director de la Escuela Naval de Cadetes el Capitán de Fragata Hernando Berón.
- Comandante del Batallón de Cadetes el Teniente de Navío Alfonso Díaz Osorio.
- Comandante de la Cuarta (4ª) Compañía, la nuestra del Contingente XXIV, el Teniente de Fragata Hernando Salas.
- Como Brigadier Mayor estaba el Guardiamarina Enrique Román Bazurto.
Cadete 24-026 Schroeder. |
La Escuela, se encontraba localizada a la entrada de Bocagrande, continua a la Base Naval, desde enero de 1941. Sus instalaciones eran frescas y funcionales, para un número reducido de cadetes, que entonces apenas sumábamos unos 200. Nos iniciábamos como reclutas en una escuela de la vida, en la que los mismos educadores, no sólo se habían formado en ésta, sino a la que habían retornado, trayendo en gratitud sus propias experiencias, de una profesión sostenida por los pilares del compañerismo, la caballerosidad, la honorabilidad, y la incondicional entrega, con el irrenunciable celo de servir a nuestra Armada, y con ella a la Patria.
Mucho quisiera escribir sobre este primer encuentro, con lo que se
convertiría en mi nueva vida, y encantado lo haré más adelante, cuando la hora llegue
para reseñar el otro encaramiento, con lo que radicalmente la cambiaría, haciendo
entonces una concienzuda comparación, tanto entre los pequeños detalles y
rutinas cotidianas, como entre los métodos, estrategias, y herramientas, para
alcanzar los respectivos objetivos. Escribo “respectivos”, porque inclusive existía
una marcada diferencia, entre los productos finales que se pretendían forjar.
Con sólo decir que la Operación Firpo, se realizaría
en latitudes ajenas a las que las proas de los buques de la Armada Nacional,
acostumbraban a arar en sus laboriosos cruceros, estaría apenas tratando de
componer un escueto croquis, sobre la diferencia entre los hemisferios de
operación, y si agrego, que serían otras las estrellas y los horizontes, en los
que pondría el lente de mi sextante, entonces lograría más nítidamente darle
color a los fondos de los dos grandes mundos, de los que metafóricamente trato
de explicar sus enormes diferencias.
Tres selectas Academias Navales. |
Para fines de mayo del año 1955, la Escuela se embarca en las
fragatas ARC Capitán Tono y ARC Almirante Brión, en crucero de entrenamiento. A
mí me correspondió embarcarme en la primera mencionada. Después de una semana
en maniobras en aguas del Caribe, a lo largo de la costa desde Cartagena hasta
el Cabo de la Vela en la Guajira, giramos en redondo poniendo proa a Bocas de
Ceniza, por donde entramos aguas arriba del imponente Magdalena, hasta los
malecones de la ciudad de Barranquilla. El cambio en las condiciones de
navegación, de aguas marinas a fluviales, fue una grata experiencia que daba reposo
a mi alborotado estómago, estropeado por la fuerte marea, que tuviéramos
durante los últimos días en el Caribe. El tremendo calor, que por el contrario
nos ofrecía el bajo Magdalena amarrados en la Arenosa (1955.06.04-Sá.), hacía
insoportable la vida bajo cubierta.
ARC Capitán Tono. |
─ Ustedes han sido preliminarmente seleccionados, por
el Comando de la Escuela, como candidatos a una comisión en el exterior.
Real Escuela de Guerra Naval de Suecia. |
Dos (2) importantísimas condiciones se nos amonestó a tener
presente y observar a priori, antes de dar respuesta sobre nuestra voluntad y
disponibilidad, aceptando o declinando la nominación, como candidatos a ser
becados con destino a Europa: la primera trataba sobre la alta clasificación
confidencial, con la que se nos exigía tratar todo en conexión con esta Operación Firpo, y la segunda, sobre una duración
aproximada de cuatro (4) años en el exterior, sin incluir viajes de vacaciones,
o visitas no oficiales, de vuelta a Colombia. Más información se nos daría en
la Escuela en Cartagena a los que aceptásemos, debiendo desembarcar en las
horas de la tarde, este mismo día domingo.
Puestos a discreción, se nos dio oportunidad para un diálogo
abierto entre nosotros mismos, con la posibilidad de formular preguntas. La
primera expresión que se oyó, casi al unísono, a forma de una auto corroboración
de lo que estábamos escuchando, fue «…Suecia…»,
acompañada de numerosas miradas, que decían más que cualquier pregunta. En
verdad, fue muy poco lo que se trajo a colación, y en caso de precisar de
alguna aclaración, la respuesta que se nos daba era aquella misma, de que en la
Escuela se nos daría toda la información de rigor.
Pronto a iniciarse el chequeo de nuestras respuestas, se nos
ilustró responder con un «…Positivo…» al escuchar
nuestro nombre en caso de querer continuar en el concurso, o con un «…Negativo…» en caso contrario. Llegándome el turno en un
chequeo que me parecía avanzaba vertiginosamente, tremendamente emocionado se
me enredaron las palabras exclamando «…Positivo mi Teniente
…Firmes…». Todo era válido en aquellos momentos de efervescencia y
calor, más aún cuando segundos antes había escuchado una respuesta negativa de
mi compañero que se encontraba a mi lado, que me había dejado estupefacto. Se
trataba de uno de los mejores estudiantes y camaradas de nuestro Contingente.
Él no se había anotado para ninguna de las alternativas mencionadas anteriormente,
y en esta ocasión no dudó en agregar un elegante «…Positivo
mi Teniente…» sin dar mayor explicación, cuando el Oficial le indagara
por segunda vez si estaba seguro del «…Negativo…»
que acababa de dar. Su nombre lo mencionaría yo más que encantado, pero estoy
seguro de que apreciaría mi discreción, limitándome en agregar que él se
luciría siendo el más premiado de los Oficiales de la Promoción XXIV, graduados
dos y medio (2½) años más tarde en Cartagena (1957.12.07).
─ Sólo los positivos permanecen en la formación. Los
negativos pueden retirarse recordando la discreción ordenada.
Así de claro, sencillo y determinante fue el proceso que
cambiaría la vida de los siete (7) cadetes que permanecimos allí mirándonos atónitos
en la cara. De pronto alguien dio un amable puñetazo en el pecho del compañero
al lado, otro par se abrazaba dándose fuertes palmadas en la espalda. En
segundos nuestra alegría se tornó en jolgorio cargado de apretones, risas y
expresiones de sorpresa empapa de gratitud, ahogando las preguntas que sin
esperar respuesta nos hacíamos sobre Suecia y el por qué precisamente ese país.
En las horas de la tarde de aquel feliz domingo (1955.06.05)
desembarcamos los siguientes cadetes mencionados por el apellido en orden
alfabético:
- Bermúdez Cunha, Edgardo.
- Campos Castañeda, Alvaro.
- Fernández Tovar, Oscar.
- Gomez Lecompte, Roberto.
- Schroeder Soto, Luis Eduardo.
- Torres Herrera, Jorge Alfredo.
- Trujillo Gomez, Camilo.
De éstos yo era el “Benjamín”, cumplidos diecisiete (17) años el
1º de octubre del anterior año 1954, seguido en mayoría de edad por “Tico”
Gómez Lecompte cumplidos los (17) el 19 de agosto del mismo año.
SENOR AUGUSTO SCHROEDER CAICEDO CALLE 63 A NR 19-18 BOGOTAREQUIERESE SU AUTORIZACION EXPLICITA FIN CADETE EDUARDO SCHROEDER SOTO FORME PARTE CONCURSO SELECCION COMISION ESTUDIOS CUATRO ANOS PAIS EUROPEO Y SI CASO SALIR FAVORECIDO ESTA DISPUESTO FIRMAR NUEVA FIANZA LA RESPUESTA CON CARACTER URGENTE DEBE DARLA POR CABLE O TELEGRAFOCAPITAN DE FRAGATA JULIO CESAR REYES CANAL DIRECTOR DE LA ESCUELA NAVAL DE CADETES
Temprano al día siguiente martes 7, contestaba mi Padre con el
siguiente cable:
CAPITAN DE FRAGATA JULIO CESAR REYES CANAL DIRECCION ESCUELA NAVAL MILITAR CARTAGENACOMPLACIDO AUTORIZO MI HIJO CADETE EDUARDO SCHROEDER SOTO FORME PARTE CONCURSO SELECCIÓN COMISION ESTUDIOS PAIS EUROPEO STOP ESTOY DISPUESTO OTORGAR NUEVA FIANZA STOP ATENTAMENTE AUGUSTO SCHROEDER CAICEDO
"De acuerdo" CN Julio Cesar Reyes Canal - Sr. Augusto Schroeder Soto. |
En un comienzo, esperando los resultados del concurso, me
parecía que el tiempo transcurría velozmente. Pasábamos los días ocupados con
estudios adicionales, haciendo foco especial en el país de destino, su historia
y geografía, recobrándonos en inglés, y haciendo deportes para fortificar
nuestro estado físico, no faltando las remadas en ballenera a la playa del Club
Naval en Castillo Grande, y los trotes a lo largo de los entonces desérticos acantilados
de Bocagrande. Obviamente, fuimos sometidos a los correspondientes exámenes médicos.
Pasando las semanas, sin acaecer gran cosa en el frente de nuestra
retenida “selección preliminar”, que ya empezaba a originar en mí, incómoda
incertidumbre, ni mucho menos tener noticia alguna, sobre una fecha para el tentativo
viaje a Europa, el tiempo empezaba a marchar con extremada lentitud.
Terminándose el mes de junio, los siete (7) cadetes desembarcados en
Barranquilla, fuimos retirados del servicio, pasando a vestirnos sólo en camisa
y pantalones kaki, sin gorra alguna. Entrando el mes de julio, siendo los
planes de la Armada que fuera un número de diez (10), los cadetes a ser becados
con destino a Suecia, se determinó completar el grupo, seleccionando tres (3)
cadetes del Contingente XXV, presente en la Escuela sin haberse embarcado. Los
siguientes cadetes pasaron a engrosar la fila de los Firpo,
dependiendo directamente de la Ayudantía de la Dirección de la Escuela:
- Acuña Patiño, Raúl.
- Beltrán Gutiérrez, Jorge Enrique.
- Laborde Restrepo, Antonio.
Transcurridos un (1) mes y veintitrés (23) días, contados de la fecha de nuestro desembarco en Barranquilla (1955.06.05-Do.), súbito empieza a ocurrir cosas en conexión con el concurso y el viaje a Europa. El Sr. Director de la Escuela escribía a mi Padre las siguientes líneas:
«…Cartagena, julio 28 de 1955.
Nr 00910 / ENC-CBC-106
Señor
AUGUSTO SCHROEDER
Bogotá.
La Dirección de la Escuela Naval se complace en participar a Usted que su hijo el Cadete EDUARDO SCHROEDER SOTO, ha sido seleccionado para continuar sus estudios en el Reino Unido de Suecia.
Además, informo a Usted que debido a que el viaje debe realizarse en la próxima semana, es imposible que los Cadetes se despidan personalmente de sus familiares como esta Dirección lo desearía, pero tiene mucho gusto en comunicarle que su hijo se encuentra muy contento de haber salido favorecido, se halla en excelentes condiciones, y va dispuesto a aprovechar la oportunidad que le da la Armada de seguir sus estudios en el exterior para satisfacción de Usted, de la sociedad y de la Patria.
Capitán de Fragata Julio Cesar Reyes Canal
Director de la Escuela Naval…»
En este mismo día jueves 28 de julio, recibo mi Pasaporte Oficial expedido en Cartagena por la Gobernación del Departamento de Bolívar, válido por dos (2) años hasta el 28 de julio de 1957. Además, informándosenos a última hora, sobre una estadía nuestra en cursos preparatorios en la ciudad de Gotemburgo, sobre la costa Suroeste de Suecia, antes de nuestro ingreso en la Escuela Naval sueca al Norte de la capital Estocolmo, la Dirección de la Escuela nos recomienda llevar con nosotros, ropa de civil y equipo personal, propios para aquellas latitudes en estación de otoño, asunto por el cual, procedo a enviar urgentemente, el siguiente cable a mi Madre en Bogotá:
BETTY SCHROEDER CALLE 63 A 19.18 BOGOTAVUELO MARTES SUECIA REMITANME 2 VESTIDOS PANO CHAQUETA CUERO ZAPATOS MARRON BUFANDA DEMAS PRENDAS TIERRA FRIA TIO LUIS AQUÍ LLAMARALES MANANA TELEFONO ABRAZOS EDUARDO
El día lunes 1º de agosto, el Cónsul de Suecia en Cartagena,
registra en mi pasaporte la siguiente Visa de Cortesía:
«…Visado en este Consulado para viajar a Suecia en misión Oficial de Estudios del Gobierno de Colombia…»
Foto en el Pasaporte Oficial. |
A propósito de la prolongada espera, que llegaría a un total de
dos (2) meses completos [1955.06.05-1955.08.03], quedaba prácticamente demostrado
que nosotros los siete (7) Cadetes del Contingente XXIV, que muy optimistas
respondiéramos con un patente y jubiloso «…Positivo…»,
a bordo del ARC Capitán Tono, salíamos todos en un santiamén premiados a
continuar estudios en Suecia, en un proceso de selección “sui
géneris”, que obviamente dejaba indelebles huellas en nuestras almas, y
en la de nuestros padres, que se acentuaban con los efectos de la rigurosa
condición de los cuatro (4) años, sin derecho a regresar de Suecia en
vacaciones, y la súbita abolición de la posibilidad de despedirnos personalmente
de ellos.. De esta última determinación, felizmente se libraban tres (3)
compañeros, que tenían sus hogares en las proximidades: un cartagenero
(Roberto), un barranquillero (Edgardo), y un samario (Antonio).
Queda en su lugar, incluir un modesto balance de los años que,
en total, yo llegaría a completar «…desprendido…» de
un hogar, persiguiendo aquello de «…poder ser lo que yo
debiera llegar a ser…». A los cuatro (4) años recluido en un
requi-internado, agrego uno y medio (1½) en la Escuela Naval de Cartagena, más
cuatro (4) tentativos en la Escuela Naval de Suecia, dando la módica suma de
nueve y medio (9½) años. ¿No sería éste un factor que llegaría a influir
drásticamente, en lo que a fin de cuentas yo llegara a ser? ¡Claro que sí!
…pero para estas sabias conclusiones, no había cupo en aquellos tiernos
abriles, completamente henchidos de ambición y de optimismo. Además, ya veremos
los efectos de otras sorpresas, que por el camino me esperaban, ocurriendo la
primera extravagantemente pronto.
Gratos fueron de todas maneras, esos sesenta (60) días en los que
se fundió entre nosotros, un compañerismo que se convertía, en la mejor
herramienta y arma que llevaríamos con nosotros, compartiéndola fraternalmente
con los tres (3) compañeros del Contingente XXV, que se nos unían en la gran empresa
de nuestras vidas, con una misma meta: la de convertirnos en Oficiales de
nuestra Armada Nacional, sirviendo en ella para «…satisfacción
de nuestros padres, de la sociedad y de la Patria…», como escribía mi
Capitán Reyes.
Terminando este primer capítulo de mi relato Yo Cadete Firpo, me
es muy grato compartir las palabras que mi Padre escribiera al Sr. Director de
la Escuela Naval, en respuesta a su nota de fecha 28 de julio citada
anteriormente.
«…Señor Capitán de Fragata
JULIO CESAR REYES CANAL
Director de la Escuela Naval
Cartagena.
Muy apreciado señor Director:Tengo el honor de acusar recibo de su atenta nota número 00910 de fecha 28 de julio próximo pasado, con la cual se sirve comunicarme que mi hijo el Cadete EDUARDO SCHROEDER SOTO, ha sido seleccionado para continuar sus estudios en el Reino Unido de Suecia.
Mi familia se une a mí para expresar a la Dirección de la Escuela Naval, al digno cargo de Usted, nuestra viva complacencia por esta honrosa distinción y nuestra absoluta confianza en que EDUARDO sabrá corresponder, Dios mediante, con indefectible sentido de responsabilidad y con verdadero ánimo patriótico a esta excelente oportunidad que le ha brindado la Armada para perfeccionar su carrera Naval.
Me place suscribirme de Usted, con mi más distinguida consideración y aprecio,
Atento y seguro servidor,
Augusto Schroeder Caicedo…»
Terminado con las máquinas.
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